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Soy tildista y no lo «niegho»


He visto por ahí que los tildistas somos conservadores obstinados que se resisten al cambio. Supongo que eso incluye a los que pasamos la transición de los acentos en monosílabos tan tranquilamente, y a los que no tenemos problema en aceptar el caso de los demostrativos.

Está bien abolir los acentos absurdos. Pero lo que a mi modo de ver ocurre con «solo» es algo diferente.

Un ejemplo exagerado que representa mi visión del problema lo tenemos con la manzana de Newton. La manzana se caía y todos lo veíamos. Al universo le daba igual. Cuando la RAE se presentó ante el caso de la manzana de Newton, decidió que la manzana caía porque magnetismo, y cuando a uno de los RAEanos se le ocurrió mirar la definición de magnetismo, hete aquí que no explicaba el porqué de caerse la manzana. La RAE temió un cataclismo y decidió que… ¡la manzana no se cae! Y la manzana tuvo que dejar de caerse, no por su tendencia natural, sino por una norma que, además, ahora matiza que los campos magnéticos no justifican la caída de la manzana.

Para los que entendemos el problema de «solo», el argumento sobre la tilde diacrítica nos parece tan absurdo y tan erróneo como argumentar que la manzana no se puede caer porque las fuerzas magnéticas no tienen nada que ver con eso.

Igual que el diccionario señala la existencia de vocablos en desuso o vulgares, bien podía señalar la tendencia a acentuar «solo», como se documentó en su momento, antes de que los expertos decidiesen aconsejar el acento en determinados casos y, posteriormente, abolirlo contra una tradición y una utilidad (¡sí!, ¡tiene su razón de ser!).

¿Por qué admitimos vocablos excepcionales, arcaicos o abandonados, pero no podemos admitir un acento diferenciador?

El argumento para el léxico es a veces tradición, y a veces son formas excepcionales que se dan en ciertas regiones. En definitiva, los vocablos se admiten porque existen, están ahí, y mientras no desaparezcan, tampoco veo porqué desecharlos.

¿Y el acento?, ¿qué pasa con el acento? también estaba ahí y solo tiende a desparecer por la imposición de una norma que se basa en una premisa errónea: no es cuestión de recurrir a la definición de «tilde diacrítica» y entonces descartar el uso de un acento que permite diferenciar de un vistazo los dos significados.

La tilde de «solo» no la normalizó en su momento el hablante, espontáneo y a menudo descuidado; sino el escritor, consciente y respetuoso con la lengua.

No quiero una tilde en casos de ambigüedad imposibles, ni en casos tan raros que resistirse a restructurar la sintaxis o sustituir una palabra, no es más que un capricho. Lo que quiero es que se entienda, como muchos observaron y entendieron antes, que la lengua hablada cuenta con matices de entonación, cesuras y auténticas pausas de las que un texto escrito carece sin puntuación.

Cuando decimos «solo» (adjetivo) en una frase, no articulamos de la misma manera que cuando decimos «solo» (adverbio) en la, por demás, misma frase. La posición exacta de esa micropausa natural en el habla, quedaba muy bien reflejada con la presencia/ausencia de una tildita. Pero eso se acabó. Y ahora solo resta alterar el discurso natural para evitar el tropiezo: tal vez arriesgarse a enrevesar el párrafo para evitar una aspereza en la fluidez.

Los que deciden que las manzanas no se caen porque la atracción electromagnética no explica este fenómeno gravitacional, insisten comparando “solo” con otras palabras. Plantean casos de enlace iónico, covalente y puentes de hidrógeno, que ponen en evidencia lo ridículo de pretender explicar la gravedad desde el enlace químico.

El par «solo» (adjetivo/adverbio); no es el caso del par «entre» (preposición/verbo), con categorías muy bien diferenciadas. Ni es el caso del múltiple «sobre» (sustantivo/preposición/verbo). No es tan fácil que se genere confusión cuando la misma palabra tiene funciones tan dispares como la de verbo frente a sustantivo, y seguramente aún más difícil cuando la distancia es entre las categorías léxica y funcional.

«Solo», en ambos casos categorías léxicas y ambos con función complementaria, es, además, muy frecuente en el discurso en cualquiera de los dos casos. El acento ayuda a prever esas pausas decisivas, y por tanto facilita la compresión inequívoca del párrafo afectado.

Esa tilde no me parece «innecesaria», sino muy conveniente, y mis motivos no excluyen que el caso no responde a la norma que se le impone: veo con mucha claridad que responde a otro principio, y es aquí donde no entiendo a los expertos, que a mi modo de ver, confunden churras con merinas y sentencian sobre una falacia.

Mi consejo es: eliminar del diccionario la palabra «excepción» y sus derivados para que el concepto deje de existir.

 

NOTA: no he leído tooooodo lo escrito acerca de «solo», pero sí me he encontrado repetidamente con el argumento «la tilde diacrítica diferencia pares teniendo en cuenta tonicidad frente atonicidad», por lo que no se aplica a «solo». Estoy de acuerdo. Donde discrepo es en usar este argumento para retirar, por norma, una tilde que yo entiendo muy recomendable (véase «excepción», véase su norma propia). Si hay otros argumentos más sólidos, ¡bienvenidos sean!

¿Por qué escribo?


Juan Freire fue uno de mis profesores y además, odia escribir. También lo lleva mal Miqui Otero, y lo detesta con su alma Daniel Ortiz Amézaga.

Yo no lo tengo claro, pero si me he puesto con esto de por qué escribo es un poco por culpa de mi jefa de laboratorio literario, que me recordó que la cosa de escribir no es una orgía de ideas y devastación creativa desenfrenada, sino un suplicio.

Un suplicio, tal vez, pero un suplicio que nos llena. Y somos masocas.

No sé si me gusta o no. No sé si lo amo o lo odio. ¿Soy adicta?

Quizá lo mío no es la deriva placentera y relajante que, al parecer, es para tantos. Pero tampoco la tortura innombrable de los que, con tanto que dicen sufrir, van y escriben. Quizá lo mío no es ni blanco ni negro.

Quizá hay una amplia gama de grises y yo puedo sentirlos todos. Uno, una vez; otro, otra; variando según tantos factores que resulta imposible enumerarlos.

Tiene sentido que sea así, porque en general, no me toca ni el blanco ni el negro. En general puedo ver malo en lo bueno y bueno en lo malo. En general, estoy hecha de matices, voy a veces, vengo otras, subo a un piso y bajo a otro.

Me han dicho que les relaja, que les entretiene, que les sirve de consuelo, de desahogo y hasta para ordenar sus ideas.

A mí escribir me consume. Me deja sin vida cuando ando absorta y no tengo cerebro para otra cosa que dar forma a una trama que se me atraganta; me crispa cuando los dedos se retrasan lo suficiente para que se me pierda el hilo; me decepciona cuando lo que escupen las teclas ya no se parece a la delicia armónica y suave que nació en mi mente; y me frustra cuando no apunté esto o aquello y no consigo recuperar la idea esas que pierdes, son siempre brillantísimas.

En el cénit del proceso literario el efecto de escribir una novela se parece mucho a los síntomas de una crisis de estrés:

  • No te la puedes quitar de la cabeza y no prestas atención a otras cosas que estás haciendo.
  • Todo te preocupa, te la pasas arreglando algo que no ha ocurrido aún o previendo consecuencias de algo que tal vez jamás ocurrirá, porque esa idea a la que tanto has dedicado, tal vez decidas descartarla.
  • Miras atrás una y otra vez, porque quizá haya que empezar la trama antes, o después.
  • No duermes porque la estás pensando, no vives porque la estás madurando.
  • Tu novela te preocupa tanto que hasta te da miedo que le pase algo, ¿pero qué le va a pasar si no es que la saques de ti de una puñetera vez? Y a ti te duele la criatura como una extracción molar sin anestesia.

¡Es un sinvivir!

Te cuesta decidir si hacer o no tal o cual cambio; te emocionas con una nueva idea; te da miedo abandonarla; no logras recordar la gran idea que tuviste hace un momento y te frustra. Te parece que el estilo es pobre, la trama una mierda y la novela el error de tu vida. No escuchas a la gente y estás deseando que te dejen en paz para poder pensar en tu novela. Sueñas con personajes, con alguna trama o con escribir… si tienes la suerte de conciliar el sueño. Probablemente tomas más café que nunca, y si eres fumador, seguro que fumas más… o enciendes más cigarros que luego se consumen en el cenicero.

Y después de todo esto, llega ese momento en el que la criatura está a punto de ver la luz, y si debería uno sentir al fin la plenitud y la satisfacción del nacimiento, lo que algunos sienten es una inseguridad tan grande, que se los come.

¿Cómo puede relajar?

Escribir es frustrante y cansino, y encima, permanece, para que siempre pueda venir alguien a recriminarte lo que una vez dijiste.

Y entonces, ¿POR QUÉ ESCRIBO?

Cita. En busca del tiempo perdido. Por el camino de Swann. Marcel Proust


Lo que a mí me parece mal en los periódicos es que soliciten todos los días nuestra atención para cosas insignificantes, mientras que los libros que contienen cosas esenciales no los leemos más que tres o cuatro veces en toda nuestra vida. En el momento en que rompemos febrilmente todas las mañanas la faja del periódico, las cosas debían cambiarse y aparecer en el periódico, yo no sé qué, los… pensamientos de Pascal, por ejemplo -y destacó esta palabra con un tono de énfasis irónico, para no parecer pedante-; y, en cambio, en esos tomos de cantos dorados que no abrimos más que cada diez años es donde debiéramos leer que la reina de Grecia ha salido para Cannes, o que la duquesa de León ha dado un baile de trajes»

Por el camino de Swann, primer libro de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust

A parte de los libros con cosas esenciales, que ya no me atrevo a decir que los leemos siquiera, muy de acuerdo. No solo ignoro quién vive con quién, cómo visten, dónde veranean, o si el color de su pelo es natural o no; también ignoro nombres, profesiones y hobbies de casi todas las «personalidades» que ocupan nuestras pantallas y las páginas de nuestros periódicos. No lo puedo evitar: no me importa. No me importaron nada de nada los famosos tomates de los calcetines de Rajoy -¿era Rajoy?-, o si a las hijas de Zapatero -espera, que tiene dos hijas- les iba el estilo gótico; pero tuve que saberlo, no hubo opción. Me vomitaron la goticidad y los tomates por todos los medios, y tuve que saberlo. Ahora bien, detalles más concretos sobre los programas de algunos partidos, de eso no me entero ni yendo a preguntarles a ellos (verdad verdadera. Muchas veces les envío correos electrónicos manifestando mis dudas y pidiendo respuestas, y no siempre obtengo respuesta alguna… raramente respuesta a mis preguntas… espera, ¿raramente? ¿ha ocurrido alguna vez que algún partido haya respondido a mis preguntas? hmmm… no sé… ¡Sí! ¡UPyD! Dijeron más o menos que «pasa palabra», pero lo dijeron).

Sufro con las personas que no conciben que yo no sepa quién es «triunfito número 28» o «gran hermano número 35», me hablan de ellos como de alguien a quien de hecho conozco, o conocen, y cuando manifiesto que ni sé quiénes son, ni me importa si se tiran pedos sordos o sonoros, da igual, porque es básico para la existencia saber que Fulano de Tal le tiró los tejos a Mengano de Cual, o que Citano denunció al otro por… ¡¡que-me-la-pela-joder-ya!! (así me siento por dentro). Por respeto a esas personas que viven la vida de sus famosillos pasionalmente -yo tampoco sé por qué respeto, supongo que por la parte de «personas»-, me limito a suspirar cuando necesito aliviarme un poco de la sarta de nombres y sucesos totalmente desconocidos y descontextualizados. Sonrío y asiento mecánicamente, a veces finjo interés acompañando un «¡no me digas!» y hasta alguna pregunta que construyo con cuatro palabras recogidas del reciente discurso. Discurso que, por otro lado, no entiendo. Es como si me hablasen otro idioma.

Aunque parezca mentira, no resulta fácil comprender las palabras «no sé quién es». Suelen generar un «¡Sí» (que no, que te aseguro que no, pero si insistes, pues sí… vale). «Es la hermana del primo del vecino del anciano del gato que vivía al lado del sobrino de la señora que tenía un amigo que llevaba tirantes y conocía a la hermana del hijo de… blablablablabla… Pepito» Y Pepito es otro que tampoco sé quién es, pero la experiencia me dice que no es bueno manifestarlo, porque genera otra hora de relaciones humanas irrelevantes entre gente desconocida, y que va a parar a más gente desconocida y sus irrelevancias. Yo me suelto la melena con un «¡Ah! ¡Pepito! Sí, ese de [repito como un loro cuatro cosas y a veces me aventuro a lanzar alguna afirmación al azar… casi siempre acierto… o ni se enteran de que me lo he inventado]», y parece que esto me sitúa más cerca de «pasamos a la vida real«… Ya lo de pasar a cosas que importan, es harina de otro costal.

Sería todo más sencillo si estas informaciones vacías no apareciesen en todas las pantallas, revistas y muchos periódicos. Al menos yo no sufriría tantos ataques gratuitos. Sí, son ataques. ¡Claro que son ataques!

No sé si seríamos más humanos, de seguro más conscientes. Pero no es el caso. Seguimos encontrando en los periódicos y en la tele un montón de información irrelevante sobre el catarro del bebé de la infanta, el modelito de Fulanito en el evento Tal, y hasta la marca de moreno de alguien que tuvo la desfachatez de ir a la playa y ponerse un bañador con corte diferente al anterior.

El debate relevante no es si Mengano llevaba o no un corte de pelo adecuado para pasear al perro, o si el perro llevaba o no medallón con el nombre; el debate relevante no es si Pablo ha leído a Kant o si Albert tiene alguna referencia en filosofía; el debate relevante es de otro tipo, plantea temas de interés común que nos afectan a todos, y nos ayudan a entender otros puntos de vista.

Pero nada, sigamos gritando en vez de hablar y practicando el consumo insalubre de información irrelevante y desinformación crítica.

Cita. Michio Kaku. Física de lo Imposible. Viaje en el tiempo, paradojas.


  • Ref. Janus Equation, de Steven G. Spruill

En su historia, un matemático brillante cuyo objetivo es descubrir el secreto del viaje en el tiempo, conoce a una extraña y bella mujer y se hacen amantes. Él no sabe nada del pasado de ella, pero se siente intrigado y trata de descubrir su verdadera identidad. Con el tiempo descubre que ella se había sometido a cirugía plástica para cambiar sus facciones. Y, más aún, que también había cambiado de sexo. Finalmente descubre que «ella» es realmente un viajero del tiempo que viene del futuro, y que «ella» es en realidad él mismo, pero procedente del futuro. Esto significa que él ha hecho el amor consigo mismo. Y el lector se pregunta qué habría sucedido si ellos hubieran tenido un hijo. Y si ese hijo volviera al pasado, y creciera para hacerse el matemático con el que se inicia la historia, ¿sería posible que fuera su propia madre y padre e hijo e hija?

  • Ref. Citando a Larry Dwyer:

«¿Debería un viajero en el tiempo que golpea a su yo más joven (o viceversa) ser acusado de agresión? ¿Debería el viajero en el tiempo que asesina a alguien y luego huye al pasado en busca de santuario ser juzgado en el pasado por crímenes que cometió en el futuro? Si él se casa en el pasado, ¿puede ser juzgado por bigamia incluso si su otra mujer no nacerá hasta el menos cinco mil años después?»

Física de lo imposible, Michio Kaku. Capítulo sobre viaje en el tiempo.

Cita. Asesino de Reyes. El temor de un hombre sabio. P. Rothfuss


¿Qué gracia tiene contar una historia si nadie te escucha?

El temor de un hombre sabio, Crónica del Asesino de Reyes, Patrick Rothfuss.

Cita. Michio Kaku en «Física de lo Imposible». El milagro de la vida.


La naturaleza puede tomar materias primas, tales como carne y verduras, y crear un ser humano en nueve meses.

Física de lo imposible, Michio Kaku. Replicador, nanofactoría.

Cita. Michio Kaku. «Física de lo Imposible». Nanofactoría vs célula


Para crear una nanofactoría necesitamos tres ingredientes: materiales de construcción, herramientas que puedan cortar y unir estos materiales, y un plano que guíe la utilización de las herramientas y los materiales. En la naturaleza, los materiales de construcción son miles de aminoácidos y proteínas a partir de los cuales se crean la carne y la sangre. Las herramientas de cortar y unir —como martillos y sierras—, necesarias para conformar estas proteínas en nuevas formas de vida, son los ribosomas. Están diseñados para cortar proteínas en puntos específicos y recomponerlas para crear nuevos tipos de proteínas. Y el plano lo proporciona la molécula de ADN, que codifica el secreto de la vida en una secuencia precisa de ácidos nucleicos. A su vez, estos tres ingredientes se combinan en una célula, que tiene la extraordinaria capacidad de crear copias de sí misma, es decir, de autorreplicarse. Esta hazaña se consigue porque la molécula de ADN está conformada como una doble hélice. Cuando llega el momento de reproducirse, la molécula de ADN se divide en dos hélices separadas. Cada hebra separada crea entonces una copia de sí misma recogiendo moléculas orgánicas para recrear las hélices que faltan.

Física de lo Imposible, Michio Kaku.

Cita. Asesino de Reyes. El temor de un hombre sabio. P. Rothfuss. Amor y sexo


Cualquier cosa que una a dos personas es íntima. Una conversación, un beso, un susurro. Hasta pelear es íntimo. Pero nosotros no somos extraños respecto al sexo. No nos avergonzamos de él. No creemos que sea importante quedarnos el sexo de otra persona para nosotros solos, como un avaro que acumula oro […]

—Pero ¿y el amor? —pregunté, un poco indignado—. ¿Qué pasa con el amor?

[…] Se me había olvidado lo atrasados que sois. Mi rey poeta también era así. Tardó muchísimo en comprender la verdad: que existe una gran diferencia entre el pene y el corazón.

El temor de un hombre sabio, Crónica del asesino de reyes, Patrick Rothfuss.

Cita. Michio Kaku, «Física de lo Imposible». Universo espumoso.


Muchos físicos creen que a distancias extremadamente minúsculas, a la distancia de Planck de 10 centímetros, el espacio no es vacío ni suave sino que se hace «espumoso»; burbujea con minúsculas burbujas que constantemente nacen, colisionan con otras burbujas y desaparecen de nuevo en el vacío. Estas burbujas que nacen y mueren en el vacío son «universos virtuales», muy similares a los pares virtuales de electrones y antielectrones que surgen de repente y luego desaparecen. Normalmente, este espacio-tiempo «espumoso» es del todo invisible para nosotros. Estas burbujas se forman a distancias tan minúsculas que no podemos observarlas. Pero la física cuántica sugiere que si concentramos suficiente energía en un punto, hasta que alcanzamos la energía de Planck, esas burbujas pueden hacerse grandes. Entonces veríamos el espacio-tiempo burbujeando con minúsculas burbujas, cada una de las cuales es un agujero de gusano conectado a un «universo bebé».

En el pasado estos universos bebé se consideraban una curiosidad intelectual, una consecuencia extraña de las puras matemáticas.

Pero ahora los físicos piensan seriamente que nuestro universo podría haber salido originalmente de uno de estos universos bebé.

Dicho pensamiento es una pura especulación, pero las leyes de la física admiten la posibilidad de abrir un agujero en el espacio concentrando suficiente energía en un punto, hasta que accedemos al espacio-tiempo espumoso y emergen agujeros de gusano que conectan nuestro universo con un universo bebé.

Física de lo imposible, Michio Kaku.

Cita. Saramago, «Caín». Caminantes.


[…] al fin y al cabo, caminantes somos y por el camino andamos. Todos, tanto los sabios como los ignorantes.

Caín, José Saramago

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